En la extensa metrópolis de gran altitud de Bogotá, una ciudad con una historia profunda y a menudo brutal de música extrema, la banda de death metal técnico Brainblast ha hecho un movimiento que resuena como una onda sísmica. No fue el anuncio de un nuevo álbum, aunque uno es inminente, ni un puesto como cabeza de cartel en un festival local, de los cuales han tenido varios. Fue la declaración de que el trono de su batería sería ahora ocupado por Nicholas “Le Fou” Wells, un músico canadiense de renombre internacional.
Esto fue más que un cambio de alineación; fue una declaración de profunda ambición. Para una banda de una escena históricamente definida por su furia cruda y visceral, reclutar a un técnico de clase mundial conocido por su trabajo en las altas esferas del metal neoclásico es una señal clara: Brainblast ya no se contenta con ser una potencia colombiana. Se están preparando para una conquista global, y su reciente sencillo, ‘I Awaken’, es la declaración de esa misión.
El Manifiesto de ‘I Awaken’
La primera prueba de esta nueva era llegó a finales del año pasado con el sencillo ‘I Awaken’. El tema, que la banda describe como forjado con “pasión implacable y obsesión por la perfección”, es una pieza musical formidable, un torrente de ferocidad y melodía intrincada.
El título no es casual. Es una metáfora de una banda, y una escena, que renace. ‘I Awaken’ es el sonido de una banda que sale de la larga sombra de sus influencias y su geografía, armada con una nueva identidad que han bautizado como “death metal técnico sinfónico”. Esta etiqueta de género, acuñada por ellos mismos, es un acto de posicionamiento deliberado y significativo. Marca una evolución consciente desde su designación anterior y más convencional como “death metal técnico progresivo”. No es solo una nueva etiqueta; es una nueva filosofía, una que busca fusionar la cinética brutal del death metal con la grandiosa arquitectura intelectual de las bellas artes.

La banda ahora habla de su trabajo en términos de “polifonía pesada, contrapunto y orquestación”, citando a la imponente figura de Johann Sebastian Bach como su “principal arquetipo musical académico”. El movimiento es audaz, un intento de reclamar un espacio único en un mundo musical a menudo insular.
El video musical del sencillo es descrito por quienes lo han visto como poseedor de una “atmósfera lúgubre”, una contraparte visual al sentimiento épico y monumental de la canción. Todo se une en un mensaje singular y poderoso: Brainblast está escribiendo una nueva narrativa para sí mismos, una que busca trascender la definición misma de lo que puede ser una banda de metal de su rincón del mundo.
Forjado en el “Ultra Metal”: El Contexto Colombiano
Antes de que una banda de metal colombiana pudiera soñar con sinfonías, primero tenía que sobrevivir en las calles. La génesis del género se encuentra en el Medellín de los años 80, una ciudad atenazada por el terror de la guerra de carteles, que la había convertido en la capital mundial del asesinato. En este entorno de violencia generalizada, miseria y aislamiento, una generación de jóvenes músicos, con pocas otras válvulas de escape, canalizó su realidad en un sonido de pura supervivencia. Este contexto hace que la actual dirección intelectual y artística de Brainblast no sea solo una evolución, sino una revolución.
Este fue el nacimiento del “Ultra Metal”, un término acuñado para describir la fusión primitiva y nihilista de punk y metal vomitada por bandas pioneras como Parabellum y Reencarnación. Su música no era tanto una elección artística como un grito primal, un reflejo de un ethos de “sobrevivir o morir” donde la muerte era una realidad cotidiana. Un crítico describió el sonido de Parabellum como “algo entre el hardcore y un ‘riffeo’ de speed metal extrañamente retrógrado”, un ruido inimitable que solo podría generarse por accidente en un entorno tan extremo.
En una de las notas a pie de página históricas más fascinantes y poco reconocidas de la música extrema, este sonido crudo y oscuro de las alcantarillas de Medellín logró cruzar el Atlántico e influir directamente en la naciente escena noruega de black metal, un movimiento que pronto se volvería infame por su propia versión de la violencia misantrópica.
El difunto Øystein “Euronymous” Aarseth, el influyente guitarrista de la banda Mayhem, citó personalmente a Parabellum y Reencarnación como inspiraciones cruciales, admirando cómo su música “capturaba un ambiente infernal”. Esta conexión improbable otorgó a la escena colombiana un estatus legendario, casi mítico, entre los puristas del underground, validando la aterradora autenticidad de sus orígenes.
Con el paso de los años, la antorcha fue llevada por una segunda ola de bandas, destacando Masacre, quienes refinaron el caos en una forma más reconocible de “death metal brutal total”. Para bandas como Masacre, y para muchos en la escena, la música se convirtió en un acto vital de memoria, una forma de conectar y preservar la memoria colectiva de la sangrienta historia de Colombia, una historia que muchos temían que se estuviera olvidando o saneando.
Es en este contexto de arte crudo y de supervivencia que la evolución de Brainblast parece tan profunda. Su adopción de conceptos académicos como la polifonía y el contrapunto, su reverencia por Bach y su aspiración de crear música que no solo sea extrema sino también “hermosa” y “perfecta”, representa un monumental cambio generacional y filosófico.
Mientras que los pioneros del “Ultra Metal” crearon una banda sonora para soportar un presente violento, Brainblast está componiendo complejos monumentos para el futuro. Están llevando la narrativa del metal colombiano hacia adelante, lejos de la idea de que el pasado violento del país deba ser el único definidor de su presente artístico. Están reclamando el derecho a la ambición intelectual, demostrando que la ferocidad del metal colombiano puede canalizarse no solo en un grito, sino en una sinfonía.
Del ‘Impulso Primal’ a la Ambición Sinfónica
El viaje de la banda desde un prometedor acto local hasta una potencial fuerza global se puede trazar comparando su trabajo actual con su debut de 2019, el EP ‘Primal Impulse’. Ese lanzamiento fue una formidable declaración de principios, un “proyecto de tech death retorcido” que inmediatamente llamó la atención en el underground. Era una colección de cuatro canciones, con una duración de 23 minutos, que mostraba a una banda con un talento inmenso y un claro dominio de las exigentes convenciones del género.

El EP obtuvo un respaldo crucial de Tom Geldschläger, el renombrado guitarrista conocido por su trabajo con los titanes alemanes del death metal técnico, Obscura. Geldschläger, quien mezcló y masterizó el EP, fue efusivo en sus elogios, declarando que Brainblast “rivaliza con su habilidad en este lanzamiento debut con la de bandas mucho más grandes y establecidas” y prediciendo que “llegarían a hacer cosas aún más grandes en el futuro cercano”. Este espaldarazo de una figura internacional respetada proporcionó una validación temprana y vital.
Sin embargo, con ese elogio vino una crítica significativa. Más de un crítico señaló que, a pesar de toda su destreza técnica, ‘Primal Impulse’ mostraba sus influencias de manera muy evidente. Una reseña destacada describió el sonido como “una adoración bastante directa a Obscura”, señalando que las canciones filtraban las “melodías extrañas del viejo Obscura a través de la sensación cadenciosa y saltarina de las composiciones de Beyond Creation”. Si bien la reseña reconocía que el EP era “bastante bueno”, también señalaba que la banda luchaba por establecer su propia identidad, concluyendo que el trabajo “no abre mucho terreno nuevo”.
Esta crítica, aparentemente una evaluación negativa, puede haber sido lo más importante que le sucedió a la banda. Para un grupo liderado por Edd Jiménez, un compositor académico con una visión arraigada en la música clásica y la filosofía, la etiqueta de “idolatría” probablemente sirvió como un poderoso catalizador. El salto artístico de ‘Primal Impulse’ a ‘I Awaken’ no es una evolución gradual; es una reinvención radical. La banda parece haber tomado la decisión consciente de abordar esa limitación percibida de frente.
Lo hicieron abrazando por completo los elementos que los hacían únicos. Las ambiciones sinfónicas y orquestales, solo insinuadas en el debut, ahora están en primer plano. Sus temas líricos se han agudizado, moviéndose hacia grandes conceptos de “Trascendencia, Filosofía, Simetría, Perfección, Virtud”. El resultado es un sonido que es innegablemente propio.
La crítica a su primer trabajo no fue un revés; fue la fricción creativa que desató su “despertar”. Al apoyarse en sus influencias más esotéricas, han superado la sombra de sus héroes y han forjado una identidad que es mucho más difícil de categorizar e imposible de ignorar.
Deconstruyendo el Cover de ‘Pull the Plug’
Pocos actos en la historia de la música extrema son tan sacrosantos como la banda Death y su visionario fundador, el difunto Chuck Schuldiner. Schuldiner es ampliamente considerado como uno de los principales arquitectos del death metal, y su álbum de 1988, ‘Leprosy’, es un texto fundamental del género. Hacer un cover de una canción de este álbum es interactuar con el ADN del género. Reinterpretarla radicalmente es un acto de confianza suprema, o quizás de arrogancia. Brainblast eligió este último camino con su versión del icónico tema ‘Pull the Plug’.

Su versión no es una réplica fiel. Es, como proclaman audazmente, la canción “como nunca antes la habías escuchado”. La banda describió el proyecto como un “tributo legendario” que busca tanto honrar como “elevar” el legado de Schuldiner al infundir el poder crudo del original con “elementos sinfónicos y técnicos modernos”. Esto no es simplemente un cover; es una conversación con un maestro, una demostración de su nueva filosofía artística aplicada a uno de los artefactos más queridos del género.
Este acto de reinterpretación fue una brillante pieza de retórica artística. Para una banda relativamente nueva de un mercado no central que intenta introducir un sonido novedoso, el cover sirvió como una poderosa prueba de concepto. En lugar de simplemente declarar que su sonido de “death metal técnico sinfónico” era innovador en su propio material, demostraron su poder en una canción que todo fanático del género conoce de memoria. Las capas sinfónicas, los adornos orquestales, los arreglos complejos, no fueron solo adiciones, sino transformaciones que proyectaron la canción clásica bajo una nueva y dramática luz.
Al “redefinir” con éxito una leyenda, legitimaron retroactivamente su propio enfoque audaz. Fue una estrategia de alto riesgo y alta recompensa diseñada para ganarse a una audiencia escéptica y apegada a la tradición. El cover se convirtió en una declaración de principios, una forma de “celebrar el pasado, presente y futuro del death metal” todo a la vez. Fue una declaración de que no eran solo otra banda que seguía las reglas, sino innovadores listos para escribir el próximo capítulo.
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La Llegada de Nicholas “Le Fou” Wells
La pieza final y crucial del ambicioso rompecabezas de Brainblast encajó con el anuncio de Nicholas “Le Fou” Wells como su nuevo baterista. El reclutamiento del potente músico canadiense es quizás la evidencia más tangible de las elevadas aspiraciones de la banda. Wells no es solo un baterista habilidoso; es una figura reconocida en la escena mundial del death metal técnico, un músico cuyo nombre tiene peso y genera expectativas.
Su principal mérito es su trabajo explosivo con la banda quebequense First Fragment, un grupo célebre por su singular estilo de death metal técnico neoclásico. En álbumes aclamados como ‘Dasein’ de 2016 y ‘Gloire Éternelle’ de 2021, la batería de Wells no es un simple cronometraje, sino una fuerza dinámica y melódica, que navega por estructuras de canciones laberínticas con una mezcla de poder feroz y una delicadeza sorprendente. Su extenso currículum pule aún más sus credenciales como un músico experimentado en la música extrema, con participaciones en otras bandas canadienses como el acto de grindcore cómico Killitorous y el grupo progresivo Pronostic.
La elección de Wells fue claramente deliberada y estratégica. Brainblast no solo contrató a un buen baterista; contrató al baterista adecuado. A medida que la banda colombiana gira hacia un sonido definido por arreglos sinfónicos y complejidad clásica, han reclutado a un músico que ya domina ese lenguaje musical específico. La identidad completa de First Fragment se basa en la fusión del metal extremo y los motivos clásicos, lo que significa que Wells llegó con un conjunto de habilidades perfectamente adaptadas a la nueva visión de Brainblast. Él entiende el matiz requerido para soportar una intrincada polifonía inspirada en Bach, así como la potencia bruta necesaria para el death metal más vertiginoso.
Las propias declaraciones de Brainblast enfatizan su importancia. Lo han aclamado como “uno de los bateristas más hábiles e intensos del death metal técnico moderno” y han adelantado su contribución a su próximo álbum con una emoción palpable, afirmando que “llevaron a Nick al límite de la extremidad en nuestro nuevo disco” para crear algo “verdaderamente monstruoso”. Esto establece una vara de anticipación increíblemente alta para el carácter percusivo del nuevo material. Wells es la encarnación instrumental de su nueva identidad, el motor lo suficientemente potente y sofisticado como para impulsar sus monumentales ambiciones.
Conclusión
Todos estos desarrollos —el nuevo baterista, el nuevo sonido, el diálogo con la historia del género— están construyendo hacia un único y crucial evento: el lanzamiento del álbum debut de larga duración de Brainblast, que está completamente grabado y programado para llegar a finales de 2025. Por ahora, el álbum permanece sin título, parte de una estrategia de marketing deliberada y de combustión lenta diseñada para generar expectación.
La banda ha estado interactuando con los fanáticos revelando la portada del álbum en fragmentos crípticos en sus redes sociales. La primera pieza fue acompañada por el texto: “Él pronunció la luz a la existencia… y la Tierra la siguió”, insinuando temas creacionistas o divinos que se alinean perfectamente con sus intereses filosóficos declarados en la trascendencia y la perfección.
Esta gran visión artística, sin embargo, existe actualmente en una fascinante tensión con la realidad operativa de la banda. Si bien su producto musical es de clase mundial —con un baterista estrella internacional y mezclado por talento europeo— su huella logística sigue siendo en gran medida regional. Su actividad en vivo reciente se ha limitado a Colombia, encabezando festivales locales como H2ROCK en Bogotá y tocando en fechas de club en ciudades como Facatativá. Por ahora, no hay fechas de giras internacionales anunciadas, el siguiente paso lógico y necesario para una banda con tales aspiraciones globales.
Esta brecha entre la ambición y la realidad es el drama central del capítulo actual de Brainblast. Han construido con éxito el “producto”: la alineación monstruosa y el sonido monumental y único. Ahora enfrentan el desafío de construir el negocio: asegurar el apoyo de un sello internacional, la distribución global y las fechas de gira necesarias para llevar su arte al mundo.
Brainblast se encuentra en un precipicio. Han evolucionado desde el legado crudo y caótico de la escena metalera de su patria hacia algo pulido, intelectual e impresionantemente ambicioso. Han hecho todos los movimientos correctos, desde una contratación estratégica que aporta credibilidad instantánea hasta una audaz reinvención artística que forja una identidad única. La pregunta que queda, la que se responderá en 2025, es si el rugido sinfónico de su despertar en Bogotá será lo suficientemente potente como para ser escuchado en todo el mundo.
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